martes, 30 de diciembre de 2008

La Familia.

La Familia:
nuestra primera y fundamental escuela.
A lo largo de mi niñez recuerdo haber vivido aglutinado en pequeños espacios. Mi familia seria encuadrada por el marxismo teórico en la clase media baja. Mi abuelo postizo, tuvo que trabajar desde la infancia, no tuvo la oportunidad ni los medios para “profesionalizarse legalmente”, sin embargo mantenía la casa con el salario de vendedor de repuestos de una casa importadora, ayudado más tarde por el sueldo de mis padres, fue suficiente para que una familia tan numerosa como la nuestra viviera con cierta holgura.
Mi Abuela Doña Elsa era un ejemplar de pura sangre y ama de casa infatigable, que junto al abuelo, soportaron crisis inimaginables para los nacidos en los setenta. La revolución del 52, la dictadura “nacionalista” de los “compañeros”; la recordaban por las persecuciones, asesinatos, colas para conseguir vales de comida, desabastecimiento, miedo, hambre, delación, milicianos, barzolas, etc. En su visión el MNR conducido por Paz Estensoro fue nefasto para Bolivia.
Mi abuelo, Don Federico tenía un círculo de amigos muy ameno. Nunca olvidaré esas tertulias donde se hablaba de todo. A veces tenía que escabullirme de los brazos de mi madre para no ir a dormir y seguir las conversaciones que se prolongaban hasta altas horas de la noche. Le escuché hablar de Tristán Marof, los campos de concentración en los Yungas y Curahuara de Carangas donde torturaron y asesinaron a Falangistas, del encarcelamiento a Héroes de la Nación como el General Bernardino Bilbao y su familia por ser opositores. Nos estremecíamos con las espeluznantes historias de los abusos y asesinatos cometidos por matones extranjeros del Movimiento: Los temibles Gayan y San Román, de las cuevas de los milicianos en el cerro “Laikacota” en las que dormían y disparaban a ciudadanos asesinándolos como entretenimiento en sus borracheras, y el abuso y asesinato del que fueron víctimas los ciudadanos cruceños a manos de campesinos ucureños embrutecidos por el alcohol y el odio azuzado por los movimientistas.
Ahora sólo existe un silencio cómplice al respecto por parte de los historiadores, antropólogos, sociólogos y políticos, silencio que abarca los ambientes académicos de colegios y universidades. Se glorifica la “Revolución”, pero nadie habla de la catástrofe económica y social que generó, porque fue después del 52 cuando campesinos comenzaron a migrar a las ciudades a causa del hambre. Antes del 52 no habían campesinos vendiendo shampoo o dulces en las aceras de las calles. Antes de la “gloriosa revolución del 52” las putas de prostíbulos eran extranjeras.
Las tertulias pasaron luego a la generación de tío “Mencho” y muchas veces acababan en discusiones: “Que los extraterrestres no existen”, “Que los nazis eran un grupo de locos dominados por un demonio que quería conquistar el mundo”, “Que los gansters en contubernio con la clase política gestaron la prohibición”. “Lo de los seis millones de judíos gaseados es un mito, porque los alemanes hacen las cosas bien, y si hubieran querido acabar con los judíos hoy no habría ni uno, y además eso de matarlos con gas es tan absurdo como matar ratas a palos en vez de usar raticidas. Para eliminar judíos sólo había que rociar monedas de 1 centavo con arsénico y dejarlas en la puerta de sus tiendas, ellos las recogerían todas, las morderían para comprobar que no era un sueño y morirían luego”, “Que debería legalizarse la Droga”, “Que la gnosis era una sarta de especulaciones metafísicas carente de valor”, etc. Cada quien defendía su versión de la verdad. Y desde entonces hubo alguien en la familia que comenzó a investigar seriamente para encontrar esa “verdad” tan esquiva.
Una de las cosas que más me sorprendió, y sigue despertando en mi mucha admiración, es que mi abuela dominaba el quichua, lo hablaba a la perfección. Cuando todavía existían haciendas productivas en Bolivia, en los valles y el altiplano andinos antes del 52, había interrelación cultural entre hacendados y campesinos. Si bien sé que en algunas fincas había mano de obra esclava, es evidente que en muchas de ellas, se trataba con cariño y paternalismo a los campesinos. Prácticamente todos los hacendados y sus familias hablaban quechua o aymará ya que casi la totalidad de su tiempo lo dedicaba a las haciendas. Hoy por hoy, ni nuestro “indígena” presidente habla un idioma nativo, lo cual es patético; porque demuestra el poco contacto de vida común con ellos; y nuestra población citadina es totalmente ajena a los legados ancestrales. Después de todo, la “Gloriosa Revolución” destruyó la integración cultural que podía haber generado una verdadera bolivianidad. Es que la cosa es más sencilla: Si los campesinos hablan castellano es porque necesitan comunicarse con las ciudades, necesitan vender el excedente de sus productos a ellas para acumular una pingüe ganancia... Antes era al revés: Los ciudadanos necesitaban comunicarse con sus campesinos porque la fuente de su riqueza estaba en lo que producía el campo y los campesinos, ambos vivían del campo. Hoy el campesino es también ciudadano y propietario…y en occidente ya nadie necesita hablar quechua o aymará, porque sólo el campesino vive del campo. Una generación más con telenovelas mejicanas al alcance de las hijas de nuestros orgullosos quechuas y la lengua más dulce y expresiva del continente se habrá perdido para siempre.
Desde la “gloriosa revolución” la mayoría los ciudadanos viven del Estado, y el Estado vive de las “riquezas” naturales como el Gas y la Minería, de los préstamos de las organizaciones internacionales con intereses “de judío” y de las limosnas de las potencias… ya nadie obtiene riqueza del campo, a excepción del Departamento de Santa Cruz, y por ello es puntal de nuestra economía y esperanza de un futuro sin hambre, siempre y cuando; la riqueza quede y se reproduzca en la Patria y permanezca en manos de Bolivianos.
Con el advenimiento de la UDP mi abuelo perdió los ahorros de toda su vida en la famosa devaluación del 81, una estafa más que gestaron los de siempre: emenerristas zurdos fanatizados por dogmas cerrados, pero que viven como burgueses en el extranjero con las “ganancias” que generaron estafando y robando en el gobierno, o liberales daltónicos, incapaces de generar pensamientos propios fuera de los dogmas extrapolados de Hardvard, la Sorbona, o la Complutense. Este robo sistemático que afectó a muchos bolivianos honestos y trabajadores, sumió al país en una depresión terrible, y perdimos al abuelo, y sus charlas, las tertulias, el calor de hogar, su generosidad. Luego la abuela asumió la comandancia carismática, y sostuvo con su sentido, a una familia que estaba disgregándose. Mis padres se separaron y algunos años después el tío “Mencho” seguiría los mismos pasos… Con la muerte de la abuela en el 2000, ya nada seria igual.
Solo queda su sangre que aun corre por mis venas y las de mi familia. Sangre maravillosa, que exaltará siempre a Eva sobre Adán. Deberíamos llevar el apellido de nuestras madres, con el perdón de los padres. Los hombres, aunque amorosos y trabajadores, nunca estamos a la altura. Sirva esta pequeña reseña sobre mi familia para resaltar el valor de esa institución, que aún, tan degradada y golpeada por las posiciones antropológicas cerradas como el marxismo que la considera “una estructura capitalista”, o el neoliberalismo que la tiene como un “ente consumidor” mas del sistema, cumplió con el deber de transmitirnos lo esencial para despertar en nosotros la pasión por la autodidáctica, que es el obtener conocimiento del pensar por y desde si mismo.
Dejamos que a nuestros niños los críe la te-levi-sión pasando gran parte de su tiempo ante las computadoras, los juegos en red, el super Nintendo, en horarios preestablecidos para no cruzarnos, en cuanto a nuestras propias necesidades de entretenimiento, olvido, relax: telenovelas, series, películas, noticieros, deportes, o si es el caso, navegar en la WEB sin rumbo alguno, tal vez incrementando los ingresos que se cuentan por millones a los sitios pornográficos, comiendo comida chatarra, esperando que llegue el fin de semana, la hora sexta que nos “libere” del trabajo lleno de agobio y estrés, para salir a desfogarnos donde sea, pagando sobredimensionadamente por unos tragos, algunos hasta perder la conciencia, buscando la plenitud, para luego despertar al día siguiente, sin dinero, con resaca, incapaces de soportar la luz del sol, con los niños sobre la cabeza, y con el gran desengaño de la nada resultante: llegará el domingo, y la hora nona nos sumergirá en una semana mas de febril actividad, con los dientes afilados para roer nuestro estado de ánimo con sus accidentes cotidianos, que nunca faltan.
En familia nos damos cuenta que cada quien vive su realidad escapando de la realidad, paradójico e irónico realmente. En la mesa ya no se habla, ni de religión, ni de política, mucho menos de nuestros complejos psicológicos, para evitar las discusiones y su carga emocional. Los niños necesitan no solo cuidado y cariño, sobretodo también de comprensión ontológica, que SINTAMOS quienes son, y a donde quieren ir axiológicamente.
Es inandminisble que para cubrir tal necesidad existencial tenga que acudirse a un psicólogo, encima de todo freudiano, es decir; afirmando que todo complejo psicológico tiene su fundamento en la sexualidad.
Pero las sorpresas nunca faltan. Dos son suficientes, sin embargo hay un tercero en camino, y mientras la madre calla, el esposo analiza si el dinero alcanzará para una boca más en medio de esta crisis social, económica, y existencial, pues para los “mezcladitos”, criollos y mestizos, no hay futuro en un país donde solo hay ojos para lo “indigenista”.
Todas estas cuestiones, llamémoslas, lúdicas, están a la orden del día pues décadas de aletargamiento han afectado nuestra capacidad de lucha, que es bien real y duele, ya que la vida misma esta en juego y no es un juego; acostumbrándonos a la falta de seriedad. No hay intercambio serio de significados ante el compromiso personal, la no responsabilidad por los actos y palabras empeñadas. “Te llamo”, dice fulanito... nunca llamó. “Si hermanito, nos vemos a las diez en punto”, nunca llegó, o si llego, fue a las once. O, “Mi vida, sabes que te amó”, y el o la “amante” piensa en otras caderas, en aventuras con parejas mas jóvenes y bellas para huir del hastío cotidiano escapando lúdicamente de la responsabilidad que pronto podría generar un compromiso serio, y por lo mismo no deseado.
Los divorcios están a la orden del día, pues bien, una catedrática de corte socialista o liberal dice que no tiene nada de malo cambiar de opinión, pero el problema es que nuestra palabra pierde consistencia, y por ende nuestro acto consecuente, consiente, y esto va en detrimento de nuestra gentilidad.
Las mujeres globalizadas, influenciadas en lo psicológico por el agente materialista, también sufren el efecto de la cultura lúdica. Capitalizadas por el apego a algo, o alguien, al libre capricho de su naturaleza insaciable, tanto en lo sentimental, como en lo cotidiano, dan rienda suelta a la banalidad; siempre quieren más. ¡Claro!, nada llena su falta de plenitud. Y menganito el esposo la lleva a ver el terreno prometido para construir la casa, pues el departamento, aunque espacioso, ya no basta, y mientras discute con el dueño o intermediario de bienes raíces sobre los planes de financiamiento, piensa, cayendo en profundos trances auto-sugestivos, cuantos años mas de trabajo le costará pagar el crédito hipotecario que tendrá que contraer para hacer “feliz” a su mujer.
La mujer es esencial para el mundo consumista pues la insatisfacción con la que fue signada en esta creación ha sido por siempre el MOTOR DEL MUNDO. Los dichos populares: “detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer” y “dos tetas jalan mas que dos carretas” apuntan significativamente al hecho de que sin Eva, Adán nunca hubiera comido del “fruto del conocimiento”, por lo tanto jamás se hubiera lanzado por la vida a la obtención de saberes para poder ganarse el “amor” de una mujer, que siempre le pedirá mas, exigiendo que la competencia por la vida se convierta en una verdadera carrera a muerte por el calor de un hogar sostenido con 12 horas de trabajo al día, una o dos licenciaturas, dos o mas masterados y al menos un doctorado, pues en el campo laboral de hoy en día las mujeres comprenden que este valor agregado las habilita para abrirse a mas posibilidades, pautas consumistas, seguros de vida financiera, que a la postre han convertido el “Jardín del “Edén” en un pandemonium competitivo donde deben disputarse las migajas una a una, sin consideraciones humanitarias de ningún tipo. Por esto la consigna Veganista es Inspirar el ARIETE en la mujer, reafirmar en ella los valores de la Vega, hacer de la Familia una falange, que mueva los engranajes de una resistencia civil ante la acometida “indigenista” sostenida desde la Internacional Comunista. Claro que haría falta mucha HONESTIDAD para salir de la ilusión de una vida calida y pacifica, llena de cotidianidad enervante de todo espíritu de lucha, que mantiene a los mas, adormecidos por la esperanza de una paz engañosa, aparente. Pero el Veganismo asegura que la lucha también será empeñada para la restauración de la FAMILIA, que es la base para conformar las agrupaciones ciudadanas que impedirán a la postre la realización de los planes que la banca internacional plutócrata tiene para Bolivia.
Si ellas tienen el poder de moverlo todo, deben ser la base fundamental, el escalón, para tomar las riendas de la iniciativa en esta lucha a muerte por la libertad y autodeterminación.

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